Sírvase frío


Como aprendices de escritores echamos mano de fichas y plantillas para ayudarnos en la tarea. Algunos manuales nos recomiendan que las rellenemos antes de ponernos a escribir. Otros autores creen preferible tomar notas dispersas y centrarnos en nuestros personajes a quienes sí tendremos fichados. Este es el método que nos propone Eugenia Rico en «Saber narrar».

Personalmente, me gusta escribir la historia del tirón. Después de una corrección ortográfica, viene la reescritura, proceso en el cual sí que tiro de guión, escaleta, anotaciones y todo tipo de recursos que me puedan servir para darle coherencia. A veces, me viene bien dibujar un especie de organigrama, pero eso es porque a mí el dibujo me enseña el mundo.

Hay quien prefiere atarlo todo y después ponerse a redactar. A mí eso no me convence demasiado, pues tengo miedo a aburrirme por falta de sorpresas al doblar el callejón.

Elijas un método u otro, deductivo o inductivo, tomar notas es tan imprescindible como hacer la lista de la compra antes de pasar por el mercado. Nuestra memoria es buena pero corta. Ojear las plantillas viene a ser mirar la receta de cocina, con sus ingredientes, pasos y recomendaciones, de ese plato que queremos escribir. Perdón, cocinar.

Seguimos al pié de la letra el recetario cuando todavía no somos cocineros expertos o si queremos elaborar una receta tradicional sin aportar nada de nuestra cosecha. De la misma manera seguimos las acotaciones de nuestras plantillas al debutar como escritores. Cuando ya seamos chefs crearemos nuestras propias recetas, dando rienda suelta a la improvisación, y quizá guardemos celosamente el secreto de nuestro toque mágico (si lo hubiera).

En el arte culinario hay tiempos de espera: maceración, fermentación, reposo, no solo en repostería. Ese paso, de pausa en el alféizar, tapado el plato con un paño limpio, también se recomienda con el texto: guárdese en archivo o en el cajón durante un tiempo, para después, con el alma serena, pasar a la reescritura.

Mientras, toca limpiar los utensilios y los fogones, momentos que aprovecharemos para leer, degustar otros sabores; aprender nuevas recetas, probar otras técnicas; y poner en orden los pájaros que hayan anidado en nuestro gorro de cocinero, mientras trasteábamos.

4 respuestas a “Sírvase frío

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  1. Yo diría que no solo importa el carácter del narrador, sino también de lo narrado. Hay obras donde la trama absorbe a los personajes, o donde la complejidad de los hechos o la pretensión simbólica o estilístico-estructural hacen más preferible «precocinar» mucho más antes de empezar a escribir. Mientras, en otra clase de obras si veo mejor soltarse, aunque al final todo queda a criterio de cada uno.

    Saludos

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  2. Supongo que, una vez interiorizada la estructura, será más fácil soltarse. Es verdad que cada obra pide lo suyo. A veces, hasta hay que descongelar el producto antes… El caso es que sea comestible, y si entra por los ojos, mejor. Saludos, Cristian.

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