El «probe» Miguel


Escuché en la radio que andan buscando los restos de Miguel de Cervantes, excavando y escarbando el suelo del madrileño convento de las Trinitarias Desclazas donde fuera enterrado en 1616.

Si dan con sus huesos, será necesario probar que lo son. Para ello, cuentan con indicios. que no certezas: un brazo mancado, una nariz aguileña (no sabía los cráneos fueran sino chatos), y no sé qué rasgos más. No podrán cotejar su ADN, aunque sí harán comparaciones con los restos de su hermana, Luisa de Saavedra, que al parecer tienen localizada.

Todo bastante incierto y, para mi gusto, innecesario. ¿Alguien se cree que Cervantes haya muerto? ¿Qué importa, a estas alturas, dónde esté ubicada su sepultura?

Si no tuvieran éxito en tal empresa necrológica, suponemos no se darán por vencidos. ¿Le pondrán la etiqueta a otros restos con el denominador de origen «marca España»? Total…

Da qué pensar. La segunda fase de la aventura supondrá un desembolso de 100.000 €, nada menos. Como si atáramos perros con longanizas, tú…

Tanto afán en homenajear a los muertos, en amparar a los nonatos, y tan poco en socorrer a los vivos (aunque no siempre coleando).

Ni qué decir que me apasiona el escritor, al que quiero como a un antepasado imaginario.Pero me sorprenden esas ansias de recuperar una memoria histórica otrora endeble.

Otro gallo cantara si a algunos de nuestros muertos, más recientes y aun con posibilidades de contraste de sus identidades genéticas, les hubieran permitido elegir las baldosas de un edificio religioso en lugar de cunetas…

«(…) a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote (…)»

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