Descomprensión lectora


Soy una lectora incansable, ya lo he dicho. Sí, yo siempre estoy leyendo algo; a veces, varios libros a la vez. No siempre fue así: tuve temporadas sin lecturas, pero eso fue hace años cuando me dediqué a vivir, a olvidar, y andaba callejeando por ahí, tomando notas sin saberlo, sin un boli ni una libreta, todo era mental, y las cosas me pasaban por otros lados. Ahora, desde hace unos cuantos años, bastantes la verdad, me volví adicta a la lectura y ya no concibo la vida sin libros. También es verdad que esta afición desmesurada que le tengo a la lectura coincide con el momento en el que me decido a ponerme a escribir.

¿Qué leo? Sobre todo narrativa, algo de poesía, un poco de teatro. El ensayo se me resiste, para qué negarlo. En cambio voy ensartando una novela con otra y no me pregunten sobre el argumento pues a menudo se me olvida en cuanto cierro el libro. Lo que me importa, en realidad, es captar la atmósfera, meterme en la trama, sentirme dentro de la historia. Sí que me gustaría ser más cuidadosa, tomar notas, subrayar, pero no lo hago…

Como últimamente ya tampoco viajo, las novelas me transportan a otros territorios que seguramente nunca visitaré. Sí, a mí los libros me consuelan, me ayudan a pasar las tardes y a conciliar el sueño por las noches. Los libros se han convertido en algo esencial en mi vida, eso es algo indudable.

Me gustaría comprar más libros, pero tampoco lo hago, aunque tengo pendiente rehacer mi biblioteca que se fue desperdigando a lo largo de las muchas mudanzas que padecí. De momento, me conformo con el servicio de préstamo de la biblioteca electrónica, fabuloso invento, y solo de vez en cuando me estiro y compro algún libro, más que nada de esas pequeñas editoriales que todavía no se explayan en el catálogo de eBiblio: Automática Editorial, Minúscula Editorial, Nórdica, Sexto Piso, Navona, Impedimenta, Black Bookies, Alpha Decay, y otras del estilo, donde encuentro mis lecturas más preciadas.

También tengo pendiente hacerme con un Kindle para leer algunas publicaciones de otros escritores independientes que, como yo misma, publican en Amazon. El lector electrónico que tengo, un fabuloso regalo que me hizo mi familia hace unas cuantas Navidades, es de los que admiten ebooks en formato epub o pdf, así que debo excluir, de momento, las publicaciones en formato mobi. Soy una lectora con ciertas limitaciones…

Sin embargo tengo la suerte de acceder al catálogo de la eBiblio de Catalunya, muy bien surtido, carné que simultaneo con el de la biblioteca virtual de Asturias, donde ahora resido. Esta duplicidad me permite alcanzar esas clasificaciones de cien libros anuales que paciente y orgullosamente voy subiendo a mi lista de libros leídos en Goodreads. Obsesiva, infantil, así soy…

He de confesar que no siempre termino todos los libros que saco prestados: algunos los dejo a la mitad, y esos no computan como leídos. Son libros que prefiero dejar atrás, ya sea porque me disuaden, me enervan o no me convencen. Si fuera más joven y mi vista no estuviera tan cansada, o si creyera que mi tiempo todavía fuera inagotable, es posible que hiciera un esfuerzo por terminarlos. Pero no es el caso, así que los abandono en cuanto me chirría el estilo, el contenido, la voz, o lo que sea.

Esto me puede pasar con autores consagrados, aunque no tanto (pero a veces sí me pasa), y también me pasa con algunas jóvenes promesas de la literatura que han despertado mi curiosidad por alguna reseña que haya leído por ahí, donde se ofrecían como «las nuevas voces», y yo piqué, aunque luego a mí esas supuestas nuevas voces me sonaron trilladas, impostadas… En fin, esto son cosas que pasan cuando andas leyendo todo, todo, lo que pillas por ahí. Por supuesto que yo no soy crítico literario así que tampoco soy quien a juzgar si esas nuevas voces se merecen ocupar ese hueco o no. Si acaso, me reservo el derecho a dejar de lado esa lectura, si considero que no me aporta nada. Ni siquiera consuelo.

Por suerte, esas desilusiones son escasas, y lo normal es que toda lectura se convierte en una experiencia agradable, interesante y enriquecedora. En consuelo.

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