Por salir del «Callejón con salida»


Cinco años después publicar mi primera novela, reflexiono sobre la experiencia con la serenidad que da la perspectiva. Mi balance es cien por cien positivo. Sé que la publicación es mejorable, pero también las he visto peores… En aquel entonces yo di todo lo que tenía que dar, y eso es lo que me importa de verdad.

En estas entradas que iré publicando estos días, verás algo de la trastienda del callejón. Si lo has leído, te hará gracia; si no lo leíste todavía, puede que te entren ganas de leerla.

Espero, en cualquier caso, que disfrutes de la visita guiada a mi callejón.

Fichada

Callejón con salida

Laura Antolín

Ed. Círculo Rojo

ISBN: 978-84-9991-419-0

Depósito legal: SE-8364-2011

Impresa en España

Publicada en noviembre 2011

Género: novela

136 páginas

Formatos: papel y digital.

Disponible en Editorial Círculo Rojo, Amazon, Librería Agapea y El Corte Inglés.

También en préstamo de la biblioteca pública (si no la tienen, te la piden).

Te la puedo enviar, solo tienes que rellenar el formulario y arreglamos detalles.

Índice (títulos como abalorios de un collar de acciones)

  1. Salir de los vasos
  2. Comiendo sombras
  3. Sonrisa sabática
  4. Bailábamos descalzos
  5. Canción sin estrella
  6. Amores feos
  7. Cocina de mercado
  8. Salut!
  9. Solo veo medio mundo
  10. El cielo lagrimea
  11. La fuga de la golondrina
  12. Un escondite para la rabia
  13. Los sueños recordados
  14. ¿Subir o bajar?
  15. Trasnochar a lo fatuo
  16. Con escaso pensamiento
  17. El retrato escondido
  18. Un agujero para el olvido
  19. Destejer entuertos
  20. Hora de perdonar
  21. Despedida en el callejón
  22. Han intervenido
  23. Merci !
  24. Post data

Sinopsis

En «Callejón con salida» reflexiono sobre el difícil y tortuoso camino del arte.

La novela cuenta unos pocos días en la vida de una pintora joven y desarraigada que se busca la vida en los barrios céntricos y mugrientos de la ciudad de Barcelona, en plena resaca después de las olimpiadas. La protagonista, Alicia, cavila desde su soledad, seguida por su perro, esa sombra peluda, sobre cómo salir adelante con ese oficio tan incierto que se ha buscado. Su vecina, Edith, anda todavía más confusa, tanto que desaparece en esos vericuetos lóbregos, esos callejones grasientos. Alicia intenta buscarla, en vano. ¿Se perderá, ella también, o será capaz de salir del callejón?

Callejón con salida nos habla, en medias palabras, de la búsqueda de un lugar en el mundo cuando el camino elegido es el arte, eso tan incierto y tan «inútil», que explica el mundo.

Estructura

Creo que una primera novela ha de ser breve. Incluso la segunda, y hasta la tercera. No considero la brevedad un defecto, sino todo lo contrario.

Evidentemente cuando lo escribí el manuscrito era un poco más largo, pero al corregirlo me di cuenta de que sobraban páginas, así que las eliminé. Con los personajes que también sobraban me costó un poco más, pero fui dura y los retiré de la historia, todo con tal de enfocar el argumento en ese angosto callejón. Mi hermana, Astrid, a la sazón mi correctora, también en eso me ayudó; a mí me temblaba el pulso y se me achicaba el corazón… No, no podían intervenir todos-todos, no era una novela coral, me escribía Astrid desde París. Ya, pero…, decía yo. Ahora, aunque todavía echo en falta a esos que borré, comprendo que era necesario.

Por no alargarles el cuento, el periplo de Alicia quedó reducido a 136 páginas, divididas en 24 pequeños capítulos.

También con la voz narrativa hubo sus más y sus menos; primero, la redacté en 3ª persona, tal vez por distanciarme; después, admití que eran confesiones, así que me aclaré la voz y lo pasé todo a primera.

La única pena que me quedó con este libro fue el título que le puse, desacertado porque ya existía un libro de relatos de una escritora argentina, Elsa Osorio, a quien le pido excusas pues fue pura ignorancia por mi parte. Fíjate que mi título desde el principio era otro: La mugre es ágil, pero después dudé y lo acabé cambiando. Que no me arrepiento del «Callejón con salida», y que probablemente el título de la mugre fuera algo bukowskiano a lo tonto (y ya el incluir una cita del escritor me quedó algo ambiguo…) De todas formas algún día quisiera escribir sobre lo ágil que es la mugre.

¿Autoficción?

Cuando empecé a escribir esta novela en 2008 había abandonado ya ese calvario de malvivir de la pintura, ese oficio que ejercí desde muy joven y que me enseñó las luces y las sombras del éxito pero sobre todo del fracaso.

Ya de adolescente fui propensa a escribir diarios, un ejercicio cotidiano y terapéutico que debió de ayudarme bastante. Al volcarme de lleno en la pintura dejé esa disciplina, mal que me pesara después… (Ahora, he vuelto a mis libretas.)

Como lectora siempre fui sensible a esas historias vividas, historias surgidas de lo verdadero, eso personal y transferible a través del relato biográfico.

Quizás por eso no dudé en utilizar mi propia experiencia vital al escribir mi primera novela. Quise, en todo momento, hablar de las cosas que conocía verdaderamente, sin tener que fabular. ¿Para qué inventarme nada si lo vivido todavía me resonaba dentro y quería expresarlo?

Por eso me centré en mi callejón, partí de mis días y noches en Barcelona en esos años desde 1993 hasta 1998, un episodio como otro pero de algo había que arrancar y me pareció material narrativo de sobra como para no tener que inventarme más nada.

Así, la pintora desorientada y un tanto enfermiza soy yo misma, y todos los personajes con los que me relaciono han existido o todavía andarán por ahí…

Cuando algunos lectores quisieron saber si «la novela tenía pasajes autobiográficos» no dudé en contestar que sí. (Para quienes me conocían era demasiado evidente como para negarlo.)

Sin embargo, preferiría la etiqueta de «autoficción» pues también es verdad que no he podido contarlo todo como me habría gustado, por cuestiones de pudor y por respeto a la privacidad, propia y ajena.

Personajes

Sin duda fue la Gatera el personaje más querido por los lectores; lo comprendo, yo también la quise, aunque su papel fuera secundario.

Me resultó difícil, en cambio, retratar a mis amigos, pero ahora, que ya ni estamos todos, pienso que el desvelo valió la pena, algo sobre ellos, una instantánea, quedó.

Me sigue gustando la versión que le di al staff en la página 131, donde cito a todos los que han intervenido, sin olvidarme de los extras ni de los besugos, todos deambulaban por mi barrio marinero.

Crítica

Tengo que decir que los lectores fueron muy benevolentes. No, las críticas no fueron feroces, si bien hubo impasibles. Lo normal.

Algo que me encantó con este libro mío fue conseguir lectores en personas que normalmente casi no leían, me sentí útil.

Casi todo el mundo se quedó con la gatera, ¿sería ella la principal y no Alicia, pobre pintora?

Del primer manuscrito al libro, pasaron muchas cosas, muchos chismes que borré, porque escribir sobre los demás acaba siendo indiscreto, autoficción la justa y con una misma, que los demás no tienen por qué salir retratados.

El libro, como objeto, me gustó cómo nos quedó, a mí y a los de la editorial y la imprenta, no desdice para nada a pesar de haber salido sin el amparo de un editor.

Ahora, también te digo que, si tuviera tiempo, ahora la reescribiría y la editaría como dios manda.

Créditos

Son muchos los agradecimientos, tantos que seguro olvido a alguien. Que me perdone.

Quien me permitió el lujo de escribir esta novela fue Stanislaw Sedenko, me financió y me preparó los tés a media tarde. No solo fue mi sponsor (no sé si supo que era mecenas), sino que creyó en mí.

Otro aries que me arrastró hasta que saliera del callejón fue mi hermana, Astrid Antolín, correctora, asesora y publicista.

 Destaco la ayuda de Cecilia Suárez, Isabel Suárez, Cecilia Antolín, Marianne Antolín, Juan Gutiérrez, Guadalupe Enríquez, Maria Solsona y Germán de Castro.

Gracias a los libreros de Sant JordiLa rosa de foc, Alibri, Documenta, Cervantes y Ojanguren, Chely, Miguel La Cantina; a la biblioteca pública de Suria; a los lectores de aquí y de allá (yo nunca llegaré tan lejos como llegó mi callejón).

(Esto de redactar un discurso de agradecimientos no es fácil…)

Banda sonora

Estos son los temas musicales de la novela, músicas de fondo de aquellos días, que escuchaba en mi radiocasete salpicado de pintura o en la máquina del bar.

Piensa en mí – Luz Casal

Starless – King Crimson

Requiem – Mozart

Volando voy – Camarón

Publicación

Las plataformas de autopublicación no gozan de buena prensa, por unos motivos y otros. Supongo que no hay que pedir peras al olmo y así ahorrarte desilusiones.

Yo elegí Círculo Rojo, casi al azar. No diré que el servicio me haya decepcionado. Todo salió conforme lo pactado. Mi valoración es positiva. Supongo que habrá otras empresas mejores, pero esta cumple sus propósitos, al menos conmigo así ha sido.

Balance

Escribir la novela de las fatigas del callejón me lamió heridas.

Fue un atrevimiento por mi parte (entonces yo todavía escribía con faltas), pero tenía tantas ganas de decirlo… Así que me lancé, moldeando un esqueleto oulipo a mi manera, engarzando las perlas del collar. No me fue tarea fácil, no pienses, me costó, tesón, y hasta algunas lágrimas.

Aprendí tantas cosas al salir de mi callejón… Ahora no me imagino jugando a la escritora si no conociera algunos secretos —sacados con gancho que no me regalaron ni medio—, pero ahora yo comprendí algunas reglas del juego, ya no soy tan novata como cuando rellené el contrato con la plataforma de publicación —mal llamada editorial—, y la carta, con destino Almería, se perdió y llegó a Arizona, o Atlanta, no recuerdo, y yo me angustié unos días tan a lo tonto por esa carta que no le llegaba al editor, y yo sin ponerle aún comillas al oficio, ni al mío ni al del otro.

¿Qué más daba todo? Lo importante fueron esas cajas de cartón llenas de mis libros, cientos de callejones que vivieron en el pasillo de casa, y se fueron emancipando, y algunos hasta viajaron: a París de la Francia, a Bruselas cómo no, a Madrid de ahí al cielo, una hora en Zamora, en las selvas de Costa Rica, en Japón en flor, por los lugares asturianos, por las bibliotecas de Cataluña, por las mesas de los editores, por casa, qué sé yo dónde estará mi callejón…

No recuerdo bien todos los números (aunque por ahí los tendré), pero sé que en seguida amorticé la inversión, tuve (y tengo) libros para regalar, vendí un montón en las presentaciones, los libreros se hicieron cargo de algunos ejemplares en depósito (dijeron que, por lo menos, la portada era guapa; los catalanes, halagados por ser Barcelona la escena, los asturianos, por ser paisanos míos). Total, que los callejones volando fueron. Las pequeñas ganancias las invertí en la escritura: un programa word nuevo, diccionarios, libros, libretas, tinta par a la impresora, franqueo para envíos, etcétera.

Publicar esta novela fue cumplir un sueño, y eso no tiene precio.

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